En la actualidad los perros forman parte de la vida cotidiana en la ciudad, cada vez más lugares públicos les abren las puertas, sin embargo, el hecho de que veamos a un perro no quiere decir que podamos acariciarlo, el respeto hacia las personas es tan importante como el respeto hacia los animales, por lo que compartir estas experiencias se vuelve necesario.
Desde niña siempre soñé con tener un perro, pero siempre había un pretexto para no tenerlo: falta de espacio, tiempo o dinero. El caso es que ya en mis veintes por fin adoptamos uno cuando los perros de unos pacientes de mi papá tuvieron crías; no fue necesario el proceso usual de adopción, siendo originaria de una ciudad pequeña donde todos se conocen, solo tuvimos que recoger a la perrita luego de sus meses obligatorios junto a su madre. La realidad es que ella nos escogió a nosotros, porque cuando llegamos fue ella quien se nos acercó y no se separó.
En mi familia no teníamos ninguna experiencia acerca de cómo cuidar a un perro, pero hay cosas que uno intuye y las demás se las preguntas al veterinario. Aun así, hay cosas para las que no estás listo y de las que no pensabas que tendrías que preocuparte, como lo que nos pasó un día en el parque…
Como parte del día a día, nuestras actividades cambiaron por completo pensando en incluir a nuestra perrita Toffi, una maltés de ahora 2 años; pero claro, no todos los lugares son dog friendly y hay que respetar esta limitación. Mi perrita, rebelde como solo ella, no puede andar sin correa ya que es algo desobediente y no suele acudir tan fácilmente cuando le hablas, mucho menos si está distraída con algo más, situación que puede pasar muy fácilmente en la calle.
En uno de sus paseos diarios decidimos acudir a un parque en el que siempre se reúnen muchas personas con sus perros, aunque no sea un parque canino. Toffi y la perrita de una señora comenzaron a jugar, estaban bastante tranquilas, pero en algún punto empezaron a llegar más personas con sus perros, algunos de ellos, incluso contra los señalamientos del propio parque, dejaban sueltos a sus perros sin correa. Toffi, que no está acostumbrada a estar rodeada de tantos perros, comenzó a sentirse incómoda: se colocaba detrás de mí, no movía su colita y empezaba a bajarla. Al ver cómo reaccionaba, me puse muy atenta a ella y comencé a alejarme de a poco de los demás perros. Las otras personas nos veían y nos decían que le quitáramos la correa, que la dejáramos andar, pero yo sabía que si lo hacía, ella correría; en algún momento Toffi se sintió tan estresada que comenzó a treparme, trató de subir a mi para alejarse del piso, yo la levanté y traté de alejar a los otros perros, moverme de ahí, pero los perros sueltos nos seguían, incluso rasguñándome las piernas.
La situación se volvió estresante incluso para mí, ya que las personas de los otros perros que nos seguían, no hacían nada por detenerlos. Al final yo me alejé por completo y le comenté uno de ellos que mi perrita no quería jugar; fue hasta que su cachorro intentó jugar bruscamente con un niño que andaba por ahí, que su persona le puso la correa.
El punto de esto es que los perros tienen personalidades, o de acuerdo a Dog Dog: Perronalidades®, y no siempre van a ser compatibles con los perros de los demás, y no tienen porque serlo, se trata de respetar las distintas personalidades de personas y de perros. Así como tú tienes personas que quizá no te agraden tanto, le pasa igual a los perros; ellos no tienen el control de una persona para ser “educados”, ellos necesitan su espacio, necesitan ser respetados por otras personas y sus perros, no hay razones para que dejes que tu perro siga a otro perro solo “porque está jugando”. Si el otro perro evidentemente está incómodo e incluso te lo hace saber verbalmente su humano, lo mejor que podrías hacer es alejar a tu perro, b es necesario obligar a nadie a convivir. Me parece que en mi caso, actuamos bien al alejarnos de la situación, quizá esta sea la mejor solución en cualquier situación donde no nos sentimos cómodos. En cuanto a la educación del perro, me parece que no se necesita ningún conocimiento extra como persona para saber si debes detenerlo ante cierta actitud, sobretodo si alguien más te lo esta pidiendo.
Daniela Herrera
Soy arquitecta y desde pequeña me encantaban los perros pero hasta mis 22 años tuve la oportunidad de adoptar uno.