En artículos anteriores, abordo el tema de tener una animal como una decisión ética, explorando las cuestiones que debemos tener en cuenta cuando se quiere adoptar. Ahora quisiera ir un poco más allá y dar respuesta a la pregunta ¿estoy capacitado para tener un perro? Basándonos en artículos anteriores, no siempre es correcto asumir que sí lo estamos.
Para contestar la pregunta ya planteada lo primero es hacer una distinción importante ¿cuál es la diferencia entre ser apto y estar capacitado? Para aclarar esta cuestión, la explicaré con un breve ejemplo:
Supongamos que alguien es alto, delgado, con brazos y piernas largas, fuertes y sanas. Dichas características lo podrían convertir sin duda en un excelente nadador; sin embargo, esta persona no sabe nadar… nunca ha entrado a una piscina y no sabe absolutamente nada sobre la natación, pues ni siquiera ha visto competencias de dicho deporte en televisión. La persona que menciono es entonces apta para ser un nadador, pero no se encuentra capacitada para serlo. Si le interesara emprender en tal disciplina, precisaría capacitarse primero, aprender a nadar y después ir poco a poco avanzando en cada una de las técnicas.
De la misma manera, cuando se es apto para tener un perro, no siempre significa que estamos necesariamente capacitados para tenerla; por ejemplo: ¿sabes cuánto alimento debes darle al perro?, ¿cuántas veces al día deberás alimentarlo?, ¿hasta qué edad un cánido adquiere control de esfínteres o por qué es importante sacarlo a pasear? Todo lo anterior se puede sintetizar en la pregunta ¿conozco las necesidades básicas de un perro y sé cómo cuidarlo?
Muchos podrían aventurarse a responder “por supuesto que sí, he tenido perros toda la vida”, sin embargo muchas veces pensamos que el mero hecho de haber vivido con animales por mucho tiempo nos hace conocerlos realmente bien e incluso ser capaces de tenerlos. Lo cierto es que en más de una ocasión sucede que los conceptos y prácticas que conocemos son en realidad erróneas y la única razón por la que creemos que son buenas prácticas es porque ha si hemos hecho las cosas siempre.
En este último punto es importante destacar que incluso los especialistas siguen descubriendo un montón de cosas sobre el comportamiento canino, así como inventando nuevas maneras de adiestramiento canino.
En conclusión, admitir que no sabemos realmente lo que creemos conocer a la perfección es un muy buen primer paso para mejorar. Habiendo aceptado esto primero, lo segundo es permitirnos entrenar por etólogos, veterinarios y entrenadores para que podamos aprender los elementos básicos, desde las necesidades biológicas hasta los comportamientos caninos y técnicas de adiestramiento, para poder cuidar, comprender y entrenar a nuestro mejor amigo peludo capazmente.
Por lo anterior, te invitamos a reflexionar sobre tu propia capacitación para cuidar a tu can, para que juntos puedan hacer el mejor equipo, mejorar su calidad de vida y sobre todo, ponerte en las patas de tu perro.