Lancelot le devolvió la independencia y seguridad a Gerardo Arturo Bermúdez López, tras un año y medio de rehabilitación luego de perder la vista a los 27 años en un accidente vial. Sin este fiel peludo, Gerardo tardaría hasta 45 minutos en recorrer dos cuadras entre estar pendiente de los obstáculos terrestres y aéreos valiéndose sólo del bastón blanco, además de que su compañía permanente en la calle es sinónimo de protección.

Gerardo vivía en Estados Unidos cuando su vista quedó cegada. Pasó siete meses en el hospital antes de comenzar su rehabilitación para adaptarse al mundo como persona ciega y poder realizar actividades cotidianas para continuar con su vida.

Luego de eso, en San Francisco, California, aplicó para obtener un perro guía, pero el cambio de gobierno estadounidense bloqueó el otorgamiento de canes de asistencia a personas que no hubieran nacido en este país, y así fue como lo refirieron a la Escuela para Entrenamiento de Perros Guía para Ciegos en la Ciudad de México.

Su primer encuentro con Lancelot fue después de cinco meses de iniciar el proceso con la institución e iniciar el periodo de 28 días de convivencia para aprender los cuidados intensivos de su nuevo compañero y generar un vínculo entre ambos. “Lancelot y yo desde que nos conocimos aquí en la escuela, tuvimos una conexión inmediata y creo que todos los usuarios te van a decir, casi todos, lo mismo. Sin embargo, yo sí me atrevo a decir que él y yo somos uno, sí somos un binomio, uno impresionante”, confiesa Gerardo.

“Toda mi vida pude ver 20/20, entonces, había escuchado mitos y rumores de un perro guía, pero al final de cuentas son eso, mitos y rumores, nunca había tenido un perro guía, y ahora que tengo un perro guía me doy cuenta de toda la verdad, de todas las alas que me da para volar, realmente es un ángel de cuatro patas y muy peludo”.

Gerardo recuerda que hace año y medio, cuando llevó por primera vez a Lancelot a casa para éste no fue difícil adaptarse al nuevo espacio, pero para su familia y amigos cercanos sí fue complicado entender que no lo debían acariciar ni mimar, para no distraerlo de su principal tarea: asistir a Gerardo en todo momento mientras lleve puesto el arnés.

Los lazarillos son capaces de acatar comandos como el de encontrar una silla vacía y acercarla a su humano, encontrar la puerta, el elevador o las escaleras, además de esperar hasta recibir la orden para hacer del baño y comer. “No es porque yo tenga un perro guía, pero los perros guía yo creo que son perros que son los que tienen doctorado y maestría en asistencia, porque, literal, nuestras vidas dependen de ellos, entonces, es increíble”, afirma. Gerardo, ahora tiene 31 años y se dedica a la producción musical y la docencia en música, canto e idiomas, actividades profesionales que desempeñan con toda normalidad. Señala que el adquirir una discapacidad visual no debe frenar a nadie y por ello invita a las personas con ceguera a que se atrevan a rehabilitarse y solicitar un perro guía, aun cuando sientan miedo, pues tener un compañero como éste les permitirá salir de su zona de confort y obtendrán beneficios que ni siquiera pueden imaginar.

Según Gerardo, lamentablemente en México apenas un 3% de las personas con discapacidad visual en México cuenta con perro guía. “Obviamente conlleva ciertas responsabilidades, como cepillar al perro todos los días, tener sus horarios, pero estas actividades que tenemos, y digo ‘tenemos que y debemos de’, no son más que lo que el perro hace por nosotros”, reflexiona.

Mariana Jaime

Soy licenciada en ciencias de la comunicación dedicada al periodismo escrito y las relaciones públicas. De ahí viene mi entusiasmo por contar historias y compartir información, que unido a mi amor por los perros ha dado como resultado mis colaboraciones para este blog.

Lo que sé sobre estas adorables mascotas lo aprendí, por un lado, con Max, una cruza de cocker que llevé a casa siendo un cachorrito y vivió 14 años; y por otro, de lo que investigo y leo de fuentes especializadas, ya sea para escribir algo concreto o por simple curiosidad “animalista”.

Foto: Mariana Jaime