Hace 8 meses mi vida cambió: conocí a una pequeña cachorrita, la cual Juan y yo llamamos Luna, aunque su nombre completo es Luna Guadalupe.
Me estrenaba como madre perruna aprendiendo sobre vacunas, enfermedades, pulgas, croquetas, escuelas, entrenadores, juguetes, veterinarios y estéticas. Además, me gradué en alimentación canina, en cómo bañar –y sobre todo secar– a tu perro en menos de media hora, hasta dónde cortar uñas y los pasos a seguir para limpiar sus oídos. Por fin comenzaba a comprar para alguien más cositas lindas en tiendas, donde mi quincena iba y no venía. Todo para que Luna lo destruyera en tan solo una hora.
Luna fue creciendo y pensamos que necesitaba un lugar de convivencia, yo como pedagoga consideré importante que ese lugar debía de ser una escuela. Buscamos, investigamos y comparamos, tal como es el proceso para elegir el preescolar de un niño, hasta que encontré un lugar sin igual: Dog Dog, y es que, además de ser un lugar lindo y limpio, pareciera que todas las personas que trabajan ahí están por puro gusto. La atención, el orden, la disciplina y el amor por los perros me llamó la atención. Sobre todo cuando durante la entrevista me dijeron: “Dibuja aquí a tu manada”, me sentí parte, me sentí un miembro importante del lugar, sentí que mi manada conformada por Juan, Luna y yo era realmente una familia.
En nuestra manada, Luna ha sido más que una linda perrita, es nuestra compañera de viajes y aventuras, nuestra protectora, nuestro despertador, nuestra amiga y confidente. Hemos aprendido a ser responsables por alguien más, a educar, a ser firmes, a jugar y a tener horarios establecidos.
Cuando fui consciente del impacto que esto había tenido en mi vida personal, consideré que más personas lo tenían que saber o sentir, y no únicamente las personas a las que les recomiendo ampliamente Dog Dog, sino las personas con las que convivo diariamente, las personas de las cuales aprendo día a día: mis alumnos de El Barco de Papel.
Hablé con Lina, amiga y directora de Dog Dog, sobre un taller para nuestro curso de verano. Después de una gran charla coincidimos que los niños deberían conocer la importancia del cuidado de los animales, lo que deben y no deben comer los perros, dónde sí y dónde no debemos de acariciarlos y las partes internas y externas de su cuerpo, entre otras cosas. Después de dos meses de espera, el gran día llegó. Invitamos a nuestra amiga Jessi Cortés a contar un cuento sobre perros y después llegaron Lina, Mona y José acompañados de sus amigos perrunos de Dog Dog. Los niños estaban felices como nunca, se divirtieron y aprendieron. Se llevaron a casa stickers de sus perros favoritos y un checklist de lo que debían hacer semanalmente, realmente fue una gran experiencia.
Fue el mejor día del verano… “El día perrón”, donde aprendimos que lo importante no es tener un perro, sino aprender a vivir con él.
#TodoSomosBarco
#HappyTogether
Por Carolina Fregoso Suro